América en el tránsito hacia el siglo XX
Destino Manifiesto: concepto y origen de la idea
El destino manifiesto fue una ideología que surgió en Estados Unidos durante el siglo XIX y que sostenía que los estadounidenses tenían el derecho divino y el deber moral de expandirse por el continente americano. Esta idea tuvo una gran influencia en la política exterior de Estados Unidos y justificó su intervención en América Latina y el Caribe.
El origen de la idea del destino manifiesto se encuentra en la expansión territorial de Estados Unidos en la década de 1840. Durante ese período, el país anexó Texas, adquirió Oregón y libró una guerra con México que resultó en la incorporación de California y otros territorios del suroeste. Los defensores del destino manifiesto creían que Estados Unidos tenía una misión especial de civilizar y democratizar el continente, y que su expansión era inevitable y beneficiosa para todos.
La ideología del destino manifiesto también se basaba en el racismo y el etnocentrismo. Los estadounidenses consideraban que su cultura anglosajona, protestante y capitalista era superior a la de los pueblos indígenas, mestizos y católicos de América Latina. Por eso, veían su intervención como una forma de redimir y mejorar a esos pueblos.
El destino manifiesto fue una herramienta ideológica que legitimó la política expansionista e imperialista de Estados Unidos en el siglo XIX. Aunque el término cayó en desuso, sus principios siguieron vigentes en la actuación de Estados Unidos en el siglo XX.
Intervencionismo de Estados Unidos en América Latina y el Caribe
El Corolario Roosevelt (1904)
El corolario Roosevelt fue una declaración del presidente Theodore Roosevelt en 1904 que ampliaba la doctrina Monroe de 1823. Según esta doctrina, Estados Unidos se oponía a la intervención de las potencias europeas en América, pero también se comprometía a no intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Sin embargo, el corolario Roosevelt establecía que Estados Unidos tenía el derecho de intervenir en América Latina para prevenir el caos, el desorden o la intervención europea. Esta política se basaba en la idea del “gran garrote” (big stick), que consistía en hablar suavemente pero llevar un garrote para imponer la voluntad de Estados Unidos.
El corolario Roosevelt fue la base del intervencionismo estadounidense en América Latina y el Caribe durante el siglo XX. Bajo esta política, Estados Unidos ocupó militarmente varios países, como Cuba, Haití, Nicaragua, República Dominicana y Panamá, con el pretexto de proteger sus intereses, restaurar el orden o promover la democracia.
El corolario Roosevelt fue criticado por ser una forma de imperialismo y de violación de la soberanía de los pueblos latinoamericanos. Además, generó resentimiento y desconfianza hacia Estados Unidos en la región.
La diplomacia del dólar
La diplomacia del dólar fue una estrategia de política exterior de Estados Unidos que buscaba promover sus intereses económicos y políticos en América Latina y el Caribe a través de la inversión privada y el control financiero. Esta política se implementó principalmente durante el gobierno del presidente William H. Taft (1909-1913) y su secretario de Estado Philander C. Knox.
La diplomacia del dólar consistía en ofrecer préstamos a los países latinoamericanos, intervenir en sus sistemas fiscales y aduaneros, y garantizar el pago de sus deudas con tropas o funcionarios estadounidenses. A cambio, se favorecía a las empresas estadounidenses en la obtención de concesiones, contratos y recursos naturales.
Algunos ejemplos de la diplomacia del dólar fueron la creación de bancos estadounidenses en Nicaragua, Honduras y República Dominicana, la administración de las aduanas de Haití y Cuba, y el apoyo a gobiernos favorables a Estados Unidos.
La diplomacia del dólar fue criticada por ser una forma de neocolonialismo y de subordinación económica de los países latinoamericanos. Además, provocó conflictos sociales, políticos y armados en varios lugares, como la revolución sandinista en Nicaragua o la ocupación de Haití.
Formación de monopolios en Estados Unidos
Durante el siglo XIX, Estados Unidos experimentó un gran desarrollo industrial y económico, que dio lugar a la formación de grandes empresas que dominaban sectores enteros del mercado. Estas empresas se llamaban monopolios, porque eliminaban o absorbían a sus competidores y fijaban los precios y las condiciones de producción.
Algunos ejemplos de monopolios fueron la Standard Oil Company, fundada por John D. Rockefeller, que controlaba el 90% del mercado del petróleo; la U.S. Steel Corporation, creada por J.P. Morgan, que producía más acero que cualquier otro país; y las compañías ferroviarias, que establecían tarifas abusivas y discriminatorias.
Los monopolios fueron favorecidos por la falta de regulación estatal, la corrupción política, las leyes de patentes y las prácticas desleales. Sin embargo, también generaron protestas de los consumidores, los trabajadores y los pequeños empresarios, que exigían una mayor competencia y justicia.
Ante la presión social, el gobierno estadounidense aprobó leyes antimonopolio, como la Ley Sherman de 1890 y la Ley Clayton de 1914, que prohibían las prácticas monopolísticas y fomentaban la libre empresa. Sin embargo, estas leyes no siempre se aplicaron con eficacia, y muchos monopolios siguieron existiendo bajo nuevas formas, como los trusts, los cárteles o las corporaciones multinacionales.
La guerra hispanoamericana y la ocupación de Cuba y Puerto Rico (1898)
Causas
La guerra hispanoamericana fue un conflicto bélico entre España y Estados Unidos que tuvo lugar en 1898. La principal causa fue el apoyo de Estados Unidos a la independencia de Cuba, que era una colonia española desde el siglo XVI. Los cubanos habían iniciado una guerra de liberación en 1895, liderados por José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
Estados Unidos tenía intereses económicos y estratégicos en Cuba, y también simpatizaba con la causa cubana. Además, la prensa sensacionalista, conocida como prensa amarilla, exageraba los abusos españoles y promovía el sentimiento patriótico. El detonante de la guerra fue la explosión del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana, el 15 de febrero de 1898. Aunque no se comprobó la responsabilidad española, la opinión pública exigió una respuesta.
Desarrollo
Estados Unidos declaró la guerra a España el 25 de abril de 1898. El conflicto duró solo cuatro meses, y se libró en tres escenarios: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Las fuerzas estadounidenses derrotaron rápidamente a las españolas, que estaban mal equipadas y organizadas. En Cuba, hubo importantes batallas como la de San Juan Hill y la de Santiago de Cuba. En Puerto Rico, las tropas estadounidenses desembarcaron sin mucha resistencia. En Filipinas, el almirante George Dewey venció a la flota española en la bahía de Manila.
España pidió el armisticio el 12 de agosto de 1898.
Consecuencias
La guerra hispanoamericana marcó el fin del imperio colonial español y el inicio del imperialismo estadounidense. El tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, estableció que España renunciaba a Cuba, y cedía Puerto Rico, Guam y Filipinas a Estados Unidos a cambio de 20 millones de dólares.
Cuba quedó bajo ocupación militar estadounidense hasta 1902, cuando se proclamó su independencia formal. Sin embargo, Estados Unidos impuso la Enmienda Platt, que le daba derecho a intervenir en los asuntos cubanos y a mantener una base naval en Guantánamo.
Puerto Rico fue convertido en un territorio no incorporado de Estados Unidos, y sus habitantes obtuvieron la ciudadanía estadounidense en 1917. Filipinas también fue ocupada por Estados Unidos, lo que provocó una guerra de resistencia filipina que duró hasta 1902.
La revolución mexicana: causas, intervención estadounidense y orientación ideológica
La revolución mexicana fue un proceso histórico que comenzó en 1910 y que transformó radicalmente la estructura política, social y económica de México. Fue la primera gran revolución social del siglo XX y tuvo un gran impacto en América Latina.
Las causas de la revolución fueron múltiples y profundas. Entre ellas se destacan:
- La dictadura de Porfirio Díaz, que gobernó México por más de 30 años con un régimen autoritario, centralista y represivo.
- La desigualdad social y económica, que beneficiaba a una minoría de terratenientes, empresarios y extranjeros, mientras que la mayoría del pueblo vivía en la pobreza, el analfabetismo y la marginación.
- La falta de democracia, libertad y justicia, que impedía la participación política y el respeto a los derechos humanos.
- La revolución mexicana tuvo varios líderes y etapas. Entre los principales se encuentran:
- Francisco I. Madero, que lanzó el Plan de San Luis en 1910, convocando al pueblo a levantarse contra Díaz. Fue presidente en 1911, pero fue derrocado y asesinado por un golpe militar en 1913.
- Emiliano Zapata, que lideró el movimiento campesino en el sur, exigiendo la reforma agraria con el lema “Tierra y libertad”.
- Pancho Villa, que encabezó la lucha en el norte, defendiendo los derechos de los obreros y los campesinos.
- Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, que representaban al constitucionalismo y buscaban restablecer el orden legal e institucional.
- Estados Unidos intervino en la revolución mexicana por diversas razones. Algunas de ellas fueron:
- Proteger sus intereses económicos y políticos en México, especialmente en el petróleo, el ferrocarril y la minería.
- Influir en la sucesión presidencial y en el reconocimiento de los gobiernos revolucionarios.
- Evitar el avance del socialismo y del nacionalismo en la región.
Una de las intervenciones más notorias fue la ocupación del puerto de Veracruz en 1914, ordenada por el presidente Woodrow Wilson, tras la detención de unos marinos estadounidenses. Esta acción provocó un enfrentamiento con el gobierno de Victoriano Huerta, que finalmente renunció ese mismo año.La orientación ideológica de la revolución mexicana fue muy diversa y compleja. Algunos sectores promovían el liberalismo, otros el socialismo, el nacionalismo, el indigenismo o el anarquismo. La revolución culminó con la promulgación de la Constitución de 1917, que estableció importantes reformas sociales, como la educación laica, gratuita y obligatoria; la jornada laboral de ocho horas; el salario mínimo; el derecho a la huelga; la expropiación de tierras y recursos; y la separación entre la Iglesia y el Estado.El reformismo y las dictaduras en Argentina y Uruguay
Argentina
En Argentina, el reformismo se manifestó en la Ley Sáenz Peña de 1912, que estableció el voto secreto, obligatorio y universal masculino. Esta ley permitió el acceso al poder del partido radical liderado por Hipólito Yrigoyen, que impulsó políticas sociales, educativas y laborales a favor de los sectores populares.
Sin embargo, el reformismo fue interrumpido por una serie de golpes de Estado que dieron lugar a dictaduras militares. La primera fue en 1930, cuando se derrocó a Yrigoyen y se inició la llamada “década infame”, caracterizada por el fraude electoral, la corrupción y la represión. Otras dictaduras ocurrieron en 1943, 1955, 1966 y 1976.
La más sangrienta fue la de 1976-1983, encabezada por Jorge Rafael Videla, que implementó el terrorismo de Estado, con miles de desaparecidos, presos, torturados y exiliados. Esta dictadura también enfrentó la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido en 1982, que terminó con la derrota argentina y la caída del régimen. En 1983 se recuperó la democracia con la elección de Raúl Alfonsín.
Uruguay
En Uruguay, el reformismo tuvo una expresión destacada en el batllismo, un movimiento liderado por José Batlle y Ordóñez, que fue presidente en dos períodos (1903-1907 y 1911-1915). Batlle promovió una serie de reformas progresistas, como la jornada laboral de ocho horas, el salario mínimo, la ley de divorcio, la nacionalización de los servicios públicos, la educación laica y gratuita, y la separación de la Iglesia y el Estado.
El batllismo también impulsó una democracia avanzada, con un sistema colegiado de gobierno, el respeto a los derechos humanos y la participación ciudadana. Sin embargo, el reformismo uruguayo se vio afectado por la crisis económica de la década de 1960, que provocó desempleo, inflación y pobreza.
Esto generó un clima de tensión social, con el surgimiento de grupos guerrilleros como los tupamaros, y el aumento de la represión estatal. En 1973, se produjo un golpe de Estado cívico-militar, que disolvió el Parlamento, suspendió las libertades y persiguió a la oposición. La dictadura uruguaya duró hasta 1985, cuando se celebraron elecciones libres y asumió el presidente Julio María Sanguinetti.

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